lunes, 25 de febrero de 2013

Adictos a la Escritura: Fuera de Lugar

Me uní a la página Adictos a la Escritura y aquí está mi participación en el proyecto del mes de Febrero. ¡Espero que les guste!

Esto no es una broma

Caía la tarde y Josefina estaba atrapada. Había doblado por el callejón equivocado y un maleante la había sorprendido, poniéndole un arma sobre su espalda. Era un caluroso día de verano pero en el instante en que sintió el frío del acero sobre su piel, un escalofrío la recorrió.
-¿Qué hace una muchacha tan bonita en un callejón como este?- le susurró aquel hombre. Sus manos, enguantadas de blanco, le habían rodeado los brazos y casi podía sentir sus latidos desenfrenados.
Josefina no respondió, paralizada por el miedo. Se debatía consigo misma, intentando encontrar la forma de escapar.
-¿No vas a contestar?
Ella persistió en su silencio y el hombre se apretó contra ella, con lujuria. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento nauseabundo en su oreja izquierda.
-¿Sos peleadora, verdad? Me gustan las chicas difíciles.
Estaba por gritar por auxilio cuando sintió unos ladridos que se acercaban. La sorpresa los dominó a ambos, pero ella fue más rápida y consiguió zafarse de las garras del hombre.
Entonces pudo ver de frente a aquel sujeto. Traía una camisa de colores y un pantalón rayado, ambos raídos y cubiertos de mugre. Estaba descalzo y sus pies estaban llenos de magulladuras y arañazos. Su rostro estaba pálido, como si se lo hubiera pintado de blanco y sus labios partidos estaban coloreados de un rojo intenso.
Era una imagen aterradora pero nada se comparaba con aquella mirada. Sus ojos estaban inyectados en sangre y parecía perdido en algún delirio, porque sus pupilas estaban desenfocadas. Eran ojos que no veían, cegados por algún sueño desquiciado.  
-¿Estás pensando en huir?- exclamó, perdiendo sus últimos restos de cordura.
-Dejame en paz- le espetó, con la fuerza del miedo palpitando en su interior.
-Ni en sueños, hermosa- dijo y comenzó a avanzar hacia a ella
En aquel momento, los ladridos regresaron con más fuerza y un perro oscuro entró al callejón, mostrando sus peligrosos dientes. Notó que traía la correa puesta y gritó con desesperación, rogando que el dueño de aquel can estuviera cerca.
-Sssh, hermosa –la silenció, nervioso-. ¿No queremos que nadie se entere de esto, verdad?
Aquel grotesco payaso sacó un cuchillo de su pantalón y la tomó del cuello, ahogándola. Intentó gritar pero sólo se escucharon unos gemidos ahogados. Entonces supo que había llegado su hora y dejó de resistirse, cerrando sus ojos.
Podía sentir el filo helado del cuchillo en su barbilla y la pegajosa transpiración que resbalaba de las manos de aquel hombre, humedeciendo su remera.
-Ah, así me gusta. Si no te resistís, no te va a pasar nada- susurró y sintió sus labios bajando por su garganta. Estaba llegando a su escote cuando escuchó una voz masculina que gritaba:
-¡Watson! ¿Dónde estás?
El perro, que había permanecido inmóvil, reaccionó frente al llamado de su amo y comenzó a ladrar con angustia. Sus ladridos eran tan desesperados que parecían un llamado de auxilio.
El sujeto comenzó a inquietarse y aflojó el agarre del cuello de Josefina, quien aprovechó ese instante para gritar como nunca antes. La inquietud se transformó en locura y Josefina pudo soltarse. Sabiendo que sería su única oportunidad, intentó esquivarlo pero los brazos de hierro volvieron a rodearla y esta vez el cuchillo se clavó en su carne.
Mareada por el dolor, Josefina pudo ver como aquel extraño payaso emprendía una carrera hacia la calle principal, luego de haberla dejado caer entre la mugre del callejón. Una sustancia pegajosa se entendía por su piel y pronto los globos de colores que decoraban su remera se fueron tiñendo de un rojo profundo.
El entumecimiento se fue extendiendo por su cuerpo, incapacitándola. Intentó aferrarse a la realidad pero la cabeza le pesaba demasiado y sus ojos se nublaban cada vez más.
Sumergida en aquella nebulosa, divisó con dificultad dos figuras que se le acercaban. Sintió una humedad  desconocida en su mano y supo que el perro por fin había encontrado a su dueño.

domingo, 17 de febrero de 2013

Espejito, espejito

Llevaba días evitando aquel encuentro. Intenté convencerme, con excusas insólitas y arreglos inesperados, que aquella reunión no serviría de nada. Caminaba con los ojos cerrados, temerosa de chocarme contra mi futuro pero inevitablemente el destino golpeó mi puerta y aquel día llegó. Me arreglé con esmero, sabiendo que una mala impresión podía cambiar el curso de mi vida. Respirando entrecortadamente, acorté la distancia entre nosotros y miré mi reflejo.

Soñando despierta

Quise imaginarme un mundo paralelo. Uno al cual escaparme de tanto en tanto, para sacudir la cabeza y limpiarla de pensamientos molestos y recuerdos fallidos. 
Quise imaginarme un mundo personal. Uno lleno de todos los libros que quiero leer y todos las historias que quiero vivir.
Quise imaginarme un mundo mágico. Uno perdido en tiempos remotos, que rezumara misterios y secretos.
Quise imaginarme un mundo y soñé.

Loneliness

Mi mayor problema es el vacío.
Estar sola es como caminar con una parte menos de tu cuerpo que ni siquiera sabías que tenías. Suelo recorrer mi diccionario mental para encontrar la palabra adecuada pero sólo una aparece en mi mente: vacío. 
Es la clase de vacío que se hace notar cuando el sol cae y da paso a las estrellas y la luna. Es ese vacío que parece un precipicio sin fondo que te amenaza con recibirte en cualquier instante, en cualquier caída. 
El vacío desaparece por momentos, cuando aparece alguna risa o un abrazo inesperado. Son pequeños segundos de alivio que se esfuman sin remordimiento ni juicio.
Y entonces él vuelve, apretando con fuerza. Una se resigna, sabiendo que aquel vacío sólo puede llenarse con otro amor, con otra ilusión. Es sólo cuestión de esperar.

(o de comer chocolate)

viernes, 1 de febrero de 2013

And then time stopped

¿Cuántos momentos habrán quedados congelados en un reloj? Una palabra y las agujas se detuvieron para siempre. Una mirada y el adiós quedó colgado en el viento. Un susurro y la eternidad se dispersó como las hojas en otoño. ¿Qué sera de los pobre relojes que quedan marcados para siempre? ¿Se sentirán inútiles frente al tic tac de aquellos que aún dan la hora? ¿O se sentirán orgullosos de ser portadores sinceros de un recuerdo? Miro mi reloj y los minutos sí pasan. ¿Será que un reloj perdido ya se detuvo por nosotros? 

Horizontes perdidos

Cuando el presente me agobia, sueño con escaparme a lugares recónditos del mundo. Me imagino recorriendo bosques mágicos, llanuras extensas y playas solitarias. Mis pies caminan por callecitas sin nombre que albergan casas únicas y negocios perdidos en el tiempo. Como mis dedos recorren las teclas del piano, siento a pies deslizarse por mundos inhóspitos y ciudades atrapantes, recolectando historias y sanando heridas. 
Cuando el presente me ahoga, sueño con perderme y no volver a encontrarme.

Inspirado por: http://nairafee.deviantart.com/gallery/#/d5tdut7