Me uní a la página Adictos a la Escritura y aquí está mi participación en el proyecto del mes de Febrero. ¡Espero que les guste!
Esto no es una broma
Caía la tarde y
Josefina estaba atrapada. Había doblado por el callejón equivocado y un
maleante la había sorprendido, poniéndole un arma sobre su espalda. Era un
caluroso día de verano pero en el instante en que sintió el frío del acero
sobre su piel, un escalofrío la recorrió.
-¿Qué hace una
muchacha tan bonita en un callejón como este?- le susurró aquel hombre. Sus
manos, enguantadas de blanco, le habían rodeado los brazos y casi podía sentir sus
latidos desenfrenados.
Josefina no
respondió, paralizada por el miedo. Se debatía consigo misma, intentando
encontrar la forma de escapar.
-¿No vas a
contestar?
Ella persistió en
su silencio y el hombre se apretó contra ella, con lujuria. Estaba tan cerca
que podía sentir su aliento nauseabundo en su oreja izquierda.
-¿Sos peleadora,
verdad? Me gustan las chicas difíciles.
Estaba por
gritar por auxilio cuando sintió unos ladridos que se acercaban. La sorpresa
los dominó a ambos, pero ella fue más rápida y consiguió zafarse de las garras
del hombre.
Entonces pudo
ver de frente a aquel sujeto. Traía una camisa de colores y un pantalón rayado,
ambos raídos y cubiertos de mugre. Estaba descalzo y sus pies estaban llenos de
magulladuras y arañazos. Su rostro estaba pálido, como si se lo hubiera pintado
de blanco y sus labios partidos estaban coloreados de un rojo intenso.
Era una imagen
aterradora pero nada se comparaba con aquella mirada. Sus ojos estaban
inyectados en sangre y parecía perdido en algún delirio, porque sus pupilas
estaban desenfocadas. Eran ojos que no veían, cegados por algún sueño desquiciado.
-¿Estás pensando
en huir?- exclamó, perdiendo sus últimos restos de cordura.
-Dejame en paz-
le espetó, con la fuerza del miedo palpitando en su interior.
-Ni en sueños, hermosa-
dijo y comenzó a avanzar hacia a ella
En aquel
momento, los ladridos regresaron con más fuerza y un perro oscuro entró al
callejón, mostrando sus peligrosos dientes. Notó que traía la correa puesta y
gritó con desesperación, rogando que el dueño de aquel can estuviera cerca.
-Sssh, hermosa –la
silenció, nervioso-. ¿No queremos que nadie se entere de esto, verdad?
Aquel grotesco
payaso sacó un cuchillo de su pantalón y la tomó del cuello, ahogándola.
Intentó gritar pero sólo se escucharon unos gemidos ahogados. Entonces supo que
había llegado su hora y dejó de resistirse, cerrando sus ojos.
Podía sentir el
filo helado del cuchillo en su barbilla y la pegajosa transpiración que resbalaba
de las manos de aquel hombre, humedeciendo su remera.
-Ah, así me
gusta. Si no te resistís, no te va a pasar nada- susurró y sintió sus labios
bajando por su garganta. Estaba llegando a su escote cuando escuchó una voz
masculina que gritaba:
-¡Watson! ¿Dónde
estás?
El perro, que
había permanecido inmóvil, reaccionó frente al llamado de su amo y comenzó a
ladrar con angustia. Sus ladridos eran tan desesperados que parecían un llamado
de auxilio.
El sujeto
comenzó a inquietarse y aflojó el agarre del cuello de Josefina, quien
aprovechó ese instante para gritar como nunca antes. La inquietud se transformó
en locura y Josefina pudo soltarse. Sabiendo que sería su única oportunidad,
intentó esquivarlo pero los brazos de hierro volvieron a rodearla y esta vez el
cuchillo se clavó en su carne.
Mareada por el
dolor, Josefina pudo ver como aquel extraño payaso emprendía una carrera hacia
la calle principal, luego de haberla dejado caer entre la mugre del callejón.
Una sustancia pegajosa se entendía por su piel y pronto los globos de colores
que decoraban su remera se fueron tiñendo de un rojo profundo.
El
entumecimiento se fue extendiendo por su cuerpo, incapacitándola. Intentó
aferrarse a la realidad pero la cabeza le pesaba demasiado y sus ojos se
nublaban cada vez más.
Sumergida en
aquella nebulosa, divisó con dificultad dos figuras que se le acercaban. Sintió
una humedad desconocida en su mano y
supo que el perro por fin había encontrado a su dueño.
Leonela: Muy bien ambientado tu relato, bien por la trama y la secuencia de la misma. Creo que el único problema que tienes es el uso de las comas. No te preocupes es el "coco" de todo escritor. Leer varias veces lo escrito ayuda mucho.
ResponderEliminarCariñosamente: Doña Ku
Creo que Dora lo ha dicho todo :)
ResponderEliminarGracias por compartirlo. ¡Besitos!
El amor incondicional de un animal...muy logrado. Saludos
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