-Estoy cansada de que siempre
suceda lo mismo.
Cerré los ojos y di un largo
suspiro. La tregua había durado demasiado esta vez, tanto que ya había creído
que todo se había arreglado por fin.
Pero estaba equivocada.
-Yo me esfuerzo por salir de este
hoyo en el que estamos metidos y vos lo único que hacés es quedarte sentado en
tu cómodo sillón viendo programas inútiles en la televisión.
Miré a mi padre, temerosa de que
estallara como había hecho otras veces pero sólo encontré calma y resignación
en su rostro.
-Yo limpio, cocino y trabajo.
¿Vos qué hacés? NADA. A veces creo que soy la única que impide que esta familia
se derrumbe. Es agotador ver como nadie valora lo que hago y encima tengo que
soportar tus malos tratos y tu fría indiferencia. Un día me voy a ir y te vas a
quedar solo.
-Andate- murmuró mi padre, sin
apartar la vista de su plato.
Mi madre se paralizó y vi como la
furia pasaba por su mirada, la cual finalmente se inundó de lágrimas.
-Sos un desagradecido. Podrías al
menos preocuparte por tu hija- le espetó, señalándome.
-Yo no quiero que nadie se
preocupe por mí- solté, incapaz de contenerme un segundo más.
Ambos me miraron, perplejos, como
si nunca me hubieran observado en realidad.
-Me voy. Que sus peleas los
acompañen.
Me levanté bruscamente y corrí a
mi dormitorio, antes de darles tiempo de reaccionar. Tomé el bolso que ya tenía
preparado de debajo de la cama, el dinero que guardaba bajo el colchón y mi
campera favorita del armario.
Inspiré hondo, sin creer que
estaba por tomar la decisión que había estado postergando desde hacía meses.
Sabía que luego de que cruzara la puerta de entrada de mi casa, no habría
vuelta atrás y que me esperarían momentos difíciles.
Pero, ¿no eran estos momentos
difíciles ya? No dejaba nada atrás, excepto dolor y rabia contenidos y sabía
que si me animaba a hacerlo, obtendría la libertad que había deseado por tanto
tiempo, ese anhelo que había inundando mis pensamientos y dominado mis sueños
durante tantos días y tantas noches.
Recorrí mi dormitorio con la
mirada y no pude evitar que lágrimas de tristeza rodaran por mis mejillas. Me
engañaba a mí misma si creía que todo sería igual. Estaba dejando una vida y
miles de recuerdos atrás.
Me senté en mi cama, y mis ojos
se posaron, inevitablemente, en unas palabras escritas en la pared.
“Be free to yourself”
La nostalgia me abrumó y me vi
transportada a aquella tarde en la que escribí aquella frase, rodeada por los
brazos de quien consideré el amor de mi vida.
-Espero que ahora no lo olvidés
nunca- susurró en mi oído- La felicidad sólo se alcanza siendo fiel a nosotros
mismos.
Sacudí mi cabeza para volver al
presente y descubrí que estaba llorando a mares. Me puse de pie y reuní toda la
valentía que me quedaba para afrontar la prueba que tenía frente a mí.
Quiero seguir leyendo así que mas vale te apures a subir una entrada .p Vamos que esto recién empieza !! .D
ResponderEliminar¡Hola! ¿cómo estás? Hace unos minutos acabo de encontrar tu blog-novela, y apenas comencé a leerla, me atrapó. Me encanto el primer capitulo ^^, y créeme comprendo perfectamente a tu protagonista, pero ella es más valiente que yo.
ResponderEliminarMe sentí muy identificada con esta frase: "La felicidad sólo se alcanza siendo fiel a nosotros mismos"
Me gusta mucho tu forma de escribir *-*.
Te seguiré leyendo.
He comenzado hace poco a escribir una blog-novela, se llama "Luciérnagas", por si te interesa, me sentiría muy feliz si la visitaras, el link es: http://luciernagasnovela.blogspot.com.ar/
Adiós, y te cuidas muchísimo.