jueves, 25 de julio de 2013

Some of us have to grow up sometimes?

Me pregunto si el hilo que nos unió se romperá finalmente o si, simplemente, va a cambiar de nudo. Es arduo verme en perspectiva y darme cuenta que añoro un pasado que no puede volver a ser presente. Me paro frente al futuro, doy vuelta la cabeza y miró el <<nosotros>> deshilachado. Ahora todo es una dolorosa primera persona; un perpetuo examen de los vacíos que nos dejamos. Ahora me (te) toca remendarme(te). Quizás cada parche, cada retazo pegado con ilusiones me permita recordarte con cada latido; quizás me (te) permitan llevarme(te) algo tuyo(mío). 
Yo te (me) siento en mi (tu) piel.

lunes, 24 de junio de 2013

Milagro teatral


Un susurro casi imperceptible me dijo que detrás de esa cortina se escondía algo único. Fue una caricia, un secreto, casi un consuelo. El silencio reinante me calaba los huesos, recordándome que no había vuelta atrás, que la realidad mundana, la realidad palpable y gris quedaba a mis espaldas.
Con la emoción a flor de piel, dejé que mi mano apartara la brillante tela roja y el peso de lo indescriptible me traspasó como un rayo energizante. Di unos tímidos pasos por esa vereda de sueños y quise encontrar un gesto, una palabra, una emoción que definiera la maravilla (si es que maravilla es suficiente) que veía o, mejor dicho, que experimentaba.
Recordé con emoción mis propias aventuras sobre las tablas y no supe (ni quise) controlar el desborde que sufría (¡disfrutaba!) mi alma. Imágenes, melodías, sensaciones, perfumes y sabores inundaron la palidez de mi piel y de mi rutina. Yo era todos y cada uno de los personajes, yo era todos y cada uno de los instrumentos, de los versos, de las notas, de los gestos. Yo era, era como nunca antes había sido.
Y tan inesperado y eterno como vino, el milagro del teatro se quedó sobre mi espalda, susurrándome al oído, cantándome despacito que la magia nunca termina, que el show debe continuar.

domingo, 7 de abril de 2013

Feed your head


Persigo al conejo blanco,
sin siquiera saberlo.
¿Me dará aquello
que estoy buscando?
El reloj no para 
y yo tropiezo.
Ojalá la reina 
no corte mi cabeza.

jueves, 28 de marzo de 2013

Con olorcito a mar



Que tu cadencia silenciosa me acompañe,
como un susurro en mi oído,
que tu sabor salado se deshaga
en mi lengua entumecida
y reviva este corazón cansado
de tantas noches de despedidas.

Que tu oleaje infinito me arrulle
con sus brazos de espuma,
liberando a mi alma
de sus cadenas enmohecidas.

Que tu inmensidad me desborde,
con su fuerza marina
y consuele con melodías,
a mis esperanzas perdidas.

viernes, 22 de marzo de 2013

Finalmente.

Salí por aquella puerta y supe que caminaba sobre la vereda de mi destino. No tenía idea de cómo ni de qué forma lograría todo aquello pero sabía que era un recorrido cuesta arriba. Había encontrado la resolución de forma abrupta, inesperada, en el rincón más recóndito de mi ser; la había encontrado sentadita sobre mi alma, mirándome expectante. Podía tenerlo todo. Podía tener lo que había soñado y más. Bastaba con ponerle ánimos a mi esperanza y sazonarla con un par de dolores de cabeza y una persistencia de hierro.
Salí por aquella puerta y supe que podía ser feliz.

lunes, 11 de marzo de 2013

Su reflejo a través del espejo


La superficie cristalina del lago le devolvía la imagen de su rostro joven, de suaves facciones y firme resolución. Sus ojos azules se reflejaban en el agua con un tono opaco y borroso, ocultando el habitual brillo que los adornaba cuando una amable sonrisa se dibujaba en sus labios.
Aquel día su boca estaba muy lejos de sonreír. Una duda se había prendido de su mente y con el ardor del fuego se había marcado en su mirada, desde que su reflejo había dejado de obedecerla.
Hacía sólo unos instantes, aquel rostro que había creído suyo había dejado de serlo.
La prueba había sido ínfima, sutil pero había sido suficiente. Un parpadeo fuera de lugar había desatado aquel torbellino de interrogantes dentro de ella.
¿Quién era aquella que por tantos años, con paciencia y detenimiento, había imitado todos y cada uno de sus movimientos? ¿Por qué había decidido revelarse justo ahora?
Había permanecido horas contemplándose a sí misma, buscando encontrar a la Imitadora (así había decidido llamarla) nuevamente en falta pero todo había sido en vano. Ella había vuelto a su trabajo con total precisión.
Sentada al borde del agua, intentaba encontrar respuestas a aquel absurdo. Era evidente que algún secreto se escondía detrás de aquel reflejo rebelde. ¿Era acaso que existía un mundo paralelo, exactamente igual al de ella pero al sentido inverso? Levantó su mano derecha, sabiendo que la Impostora levantaría la izquierda. ¿Serían también opuestas las reglas, los valores, la forma de escribir?
Quizás aquel mundo fuera un mundo feliz, sin dolor y sin sufrimiento. Se preguntó si la Impostora, aquella otra ella, sería feliz. Ella se sentía feliz, a pesar de sus interminables vacilaciones y una inmensa piedad la embargó por la desdicha en la que la Otra (otro sobrenombre que le había elegido) debía verse sumergida.
La atracción que la superficie espejada del lago ejercía en ella era tal que sintió deseos de sumergirse. Quería cruzar aquel portal, acortar la brecha y rodear con sus brazos a aquella versión de ella, consolarla de su triste destino de imitadora eterna. Le contaría que existía otro mundo en el que todos eran libres de elegir qué hacer sin tener que copiar los movimientos de otros.
Aquella idea la embriagó por completo y se dejó caer, sin pensarlo.
Cayó y cayó por un túnel de aguas profundas. Fuertes remolinos la empujaban, acercándola al fondo del lago y de sus dudas. El agua se infiltraba en sus pulmones, pero misteriosamente seguía respirando. Confiada, se dejó llevar por la corriente…
Cuando abrió los ojos, nada había cambiado. Se encontraba junto a su lago, con los rayos del sol acariciando su rostro. Por un instante se sintió segura de que todo había sido un sueño. Se levantó, decidida a volver a su hogar.
Entonces notó que el sauce que normalmente se erguía junto al lago, del lado izquierdo, no estaba. Aquel detalle fue la pieza que faltaba en su rompecabezas.
Sin dudarlo, se agachó junto al borde y no vio nada excepto el brillo del sol sobre el agua. En aquel instante, un grito atravesó el aire como una flecha.
Levantó su mirada con lentitud, sabiendo que se encontraría con la Verdadera, la Original, sabiendo que ella era una copia, una imitación. Sabiendo que ella era su reflejo en el espejo.

domingo, 10 de marzo de 2013

Unasolaidea

Dame una idea. Dame un idea que crezca, tome forma y me eleve en un tobogán de palabras. Que me tire del alma y me empuje hacia ese rinconcito dentro mío que guarda mi sinceridad absoluta.
Dame un sueño. Dame un sueño que sea gigante, quimérico, desbordante. Que me llene las venas de pasión, que altere mi ritmo cardíaco con su fuerza, que me deje sin respiración por su poder. 
Dame un camino. Dame un camino hipnótico, magnético, interminable. Que me empuje a no soltar mi pluma, a crear hasta mi muerte, a vivir respirando literatura.
Dame una idea, una razón, una esperanza...